LA TORTUGA DE STEINBECK
Todos los niños tienen una tortuga en algún momento. Pero nadie la puede conservar. A fuerza de intentarlo sin parar finalmente un día escapan y se van... lejos, a algún lugar.
(John Steinbeck, Las uvas de la ira.)
Terquedad de tortuga,
lenta y sin pausa.
Por mucho que tropiece
nunca se cansa.
Si sembrado de obstáculos
halla el camino,
antes que a la razón
sigue a su instinto.
Si un peligro la frena,
entra en su concha;
cuando es ido, a su empeño
siempre retorna.
Rampas y desniveles
no la amedrentan:
aunque exista algún riesgo,
ella lo intenta.
Con el caparazón
vuelto de espaldas,
hasta no enderezarse
nunca descansa.
¡Oh, firmeza del ir
siempre adelante,
fracaso tras fracaso,
sin inmutarse!
Yo no sé si es amor
lo que la mueve,
pero la adversidad
no la detiene.
Con humilde paciencia
e inmensa calma
donde muchos se afligen
forja esperanzas.
La tortuga me impulsa,
muda, y me anima
a olvidar pesadumbres
y amar la vida.
20-24 de Octubre de 2011