sábado, 20 de agosto de 2011

Poema LXI

PARAÍSO DE LA INFANCIA

A Belén, en el décimo aniversario de su nacimiento.

No hay espejo ni poema,
tesoro y alegría de la casa,
bocado tierno y dulce
golosina de mamá,
que pudiera hacerte ver
toda la belleza y el candor
que desprende, amable, tu sonrisa.

Tan ocupada como estás
jugando y aprendiendo
los más simples rudimentos de la vida,
te tienen sin cuidado
el valor y la medida de las cosas;
y así, cuando me miran
como joyas brillantes tus ojitos
y te aflora de oro y rosa
la sonrisa, me regalas
sin pedirme nada a cambio
lo mejor y más precioso
para darme que tenías.

Habitante de otros mundos,
con deleite y sólo, acaso,
con un punto de nostalgia,
en los límites estrechos
de tu mundo reconozco
aún sin sombra del abismo
la pura dicha y la ilusión.

Dos extremos hay del todo,
a cuál más, hoy, imposibles:
que tú juzgues la hermosura
que te deben estos versos
y que idéntica a la tuya
yo ver pueda una sonrisa
del cristal
al mirarme en el reflejo.

Lo que te falta, alegre criatura,
y lo que habrías perdido
indefectiblemente impiden
que tengas a un tiempo y que contemples
la sonrisa del poema y el espejo.



29 de Enero - 6 de Febrero de 2003

3 comentarios:

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Precioso poema, amigo Don Carlos, a una niña que con seguridad se lo merece todo. Veo ternura y simpatía por todas partes hacia esa niña, hacia Belén. Bien orgullosa puede estar ella de que un poeta como Vd. le haya dedicado estos versos.

De buen seguro que, cuando vaya creciendo, se la disputarán los Príncipes, y también es cierto y seguro que por allí donde ella pise nacerán rosas.

Un abrazo, amigo Don Carlos, Chacien>,

Antonio

Chacien dijo...

La verdad, amigo Antonio, es que ignoro cómo de orgullosa puede sentirse Belén porque yo le escribiese este poema: ojalá sea como usted dice. Es más, yo me conformo con que lo haya comprendido y que le guste, al igual que otro que publicaré en este espacio más adelante.

Como puede deducirse de la dedicatoria, esta niña nació un 20 de agosto de 2001. Por circunstancias que no vienen al caso yo estuve viéndola asiduamente, con regularidad, desde que tenía apenas tres meses hasta la edad de tres años aproximadamente (de ahí que no conozca su parecer sobre el poema, aunque sí el de sus padres, que, a decir verdad, siempre se han mostrado muy orgullosos), y le puedo asegurar que ha sido una de las relaciones más bonitas y entrañables que me han tocado en la vida. Se produjo una mutua corriente de cariño y simpatía que no sabría a qué atribuir; son cosas que, sencillamente, ocurren.

Desde entonces sólo la he visto esporádicamente, la última vez en la primavera del 2009, y, ciertamente, seguía siendo una niña muy bonita y ya apuntaba maneras como para, según vaya creciendo, romperle el corazón a más de un príncipe e ir haciendo brotar, si no flores, suspiros a su paso.

Sólo añadir, para la mejor comprensión del poema, que éste se inspira en un recuerdo de cuando ella estaba en ese momento en que los bebés empiezan a gatear (más bien, en este caso, andar o arrastrarse a culetazos); por supuesto, aún no hablaba o, por lo menos, no tenía otro lenguaje más elocuente que su expresión y su sonrisa.


Gracias por pasarse por aquí a la vuelta de unas, seguramente, muy merecidas vacaciones.

Un abrazo.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Fe de erratas:

En mi comentario, donde se lee Chacien>, debe leerse Chacien.