Ángel o demonio, tierna endiablada,
adorable y sutil torturadora,
no niegas tu amistad y, a quien te adora,
prometes un infierno de agua helada.
Lo que tus labios callan tu mirada
lo entrevera, tan mansa y seductora
que, lejos de mostrarse encubridora,
toda el alma parece allí pintada.
En medio de esperanzas muy dichosas
que luego, por mi mal, jamás concedes
derrochas la mayor de tus mercedes
tu sonrisa y, a falta de otras cosas,
con tu bondad, comprensión y buen juicio
prolongas dulcemente mi suplicio.
13 y 14 de Abril de 2011